Los canales de Marte
En 1877 (como hoy) el planeta Marte se hallaba
a una distancia de la Tierra de 99 millones de kms. Los astrónomos europeos
con telescopios recientemente perfeccionados se preparaban para lo que era entonces
la más cuidadosa observación de nuestro vecino planetario hecha por el hombre.
Uno de ellos era el italiano Giovanni Schiaparelli.
En
general, la vista o espectáculo que ofrecía Marte a través de aquellos
telescopios era borrosa e interrumpida por la variable turbulencia de la
atmósfera terrestre que los astrónomos llaman «visión». Pero había momentos
en los que la atmósfera de la Tierra se aclaraba y parecía observarse con más
detalle el disco de Marte. Schiaparelli quedó atónito al ver una red de
líneas finas y rectas que cubrían el disco del planeta. Llamó a estas líneas
canali, que en italiano significa «canales». Sin embargo, canali
se tradujo al inglés como tales canales, palabra que implicaba clara imputación
de diseño.
Las
observaciones de Schiaparelli fueron a parar a manos de Percival Lowell,
diplomático destinado en Corea, quien fundó un observatorio privado para
estudiar el planeta Marte. Vió los mismos canales, amplió su descripción y
elaboró una explicación.
Lowell (en la imagen) llegó a la conclusión de que Marte era un planeta moribundo, en el cual había
existido vida adaptada a los peligros del planeta en cuestión. El principal de
estos peligros era la escasez de agua. Lowell imaginaba que la civilización
marciana había construido una extensa red de canales para transportar agua
desde los casquetes polares hasta los lugares habitados en zonas más
ecuatoriales. El punto más sólido del razonamiento se basaba en la rectitud de
los canales, algunos de ellos describiendo grandes círculos durante miles de
kms.
Lowell pensaba que tales configuraciones geométricas
no se podían producir por procesos geológicos. Las líneas eran demasiado
rectas. Unicamente podían ser obra de la inteligencia.
Esta
es una conclusión con la que todos podemos estar de acuerdo. La diferencia
está en cuál de los dos lados estaba la inteligencia. La euforia de Lowell
hizo que incluso viera cambiar el color de los canales de pardo a verde a medida que avanzaban las estaciones
marcianas, y calculó el índice al que la vegetación de movía a lo largo de
ellos, con una aproximación ¡de dos decimales...!
Clyde Tombaugh, el descubridor del planeta
Plutón, explicó en su día que la razón de que Lowell viera canales tenía que
ver con los detalles de la forma en que montó su telescopio, que hacía que
puntos desconectados aparecieran como una línea. Puede que no fuera más que
una mala calibración del instrumental, y no que necesitara imaginar cosas.
El
hombre ha visitado, mediante sondas, casi todos los planetas del sistema solar.
No hay evidencias de la existencia de vida. Hoy en día, aquéllos que desean
creer que la vida es algo común en el Universo urgen expediciones a Marte en
busca de fósiles. La idea es que la vida (como el agua líquida) existió hace
un tiempo allí, aunque ahora haya desaparecido. Según parece, aún se conserva
el agua, que se encuentra atrapada en el subsuelo en forma de hielo mezclado
con tierra (permafrost).
Para los próximos
años hay previsto un viaje tripulado a Marte, donde se intentarán despejar
todas las dudas. Mientras tanto, aún podemos seguir soñando con monstruos verdes
que nos saludan un domingo de verano, mientras merendamos en el campo con los
amigos...
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